Me desespera con pensar que para saber lo que es amar, hay que perder la libertad, y para mi eso no se llama amor. Eso se llama prisión, una cárcel que la sociedad cree necesaria.
-Seamos novios, para que solamente puedas estar conmigo,
-Casémonos, para hacer que seas totalmente mío legalmente y ante dios,
-Tengamos hijos lo más antes posible, para procrear la especie y que ya no te puedas escapar de mi lado.
Eso es lo que la sociedad cree adecuado y perfecto. Pero yo decidí, no pertenecer a esa sociedad.
Porque se puede amar sin necesidad de atar, Por que el amor en libertad, es el más lindo, sano, sincero y nada enfermizo. Hace que no tengamos en la cabeza la idea obsesionada del compromiso, de la necesidad de “sos mío, sos mi novio, sos lo único, todo para mi, y no hay mas nada que vos y yo” Porque eso al principio es hermoso, es estar en la película que nos saca de esta realidad. Pero con el paso del tiempo esas películas, son las que te forman obsesiones enfermizas, donde crees que tenes que pertenecer a alguien, para tener razones de seguir.
“Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta”
No se si nací mal, o estoy un poco loca, pero para mi, perder la libertad no se llama amor.
